sábado, 28 de diciembre de 2013

Una simple mirada.

Tú no sabes lo que es, no conoces esa puta sensación, ni yo, que la he sentido en mis propias carnes te la alcanzo a explicar, no hay palabras inventadas todavía para definir eso.

Cuando unos ojos como esos se te clavan, te traspasan, te desnudan el alma cual puta de esquina cualquiera, sin que te puedas defender si quiera, te sacan lo más profundo, te calan como el más frío de los inviernos de Diciembre.

Ven tus errores, tus intentos que quedaron en el camino, tus triunfos y cada una de tus sonrisas.
Ven tus momentos a solas, acompañado, llorando y de risas.

Te ven entrando a tientas en casa tras una de tus noches de reproche, te ven rompiendo ese espejo en el que no te quieres reflejar, ven tus manos buscando el cuaderno para escupir tu odio, ven esa rabia acumulada llenando el blanco de tus ojos.

Y cuando crees estar a solas sin nadie más...
Ella te mira.

Echándonos de menos.

Y en mitad de la noche se me abrieron los ojos, como platos, inyectados, sudores fríos recorrieron mi sien.
Entonces llegó a mi nariz ese olor, peor que cualquier perfume, volvería loco al más cuerdo, lo puedo jurar. Era ese olor, era su olor.

Miles de fantasmas aparecieron en ese momento, miles de recuerdos inundaron mi cuarto en ese instante.
De los primeros a los últimos.

Desde el baile de sus caderas por la habitación a su forma particular de mirarme apoyada en la cama pasando por las estrellas que contamos juntos en aquel techo.
Al rato llegaron otros con un sabor más amargo, empezaron las promesas que cayeron al suelo por su propio peso, las hojas llenas de cosas que nunca dije, la papelera llena de folios con su nombre.

Mi cabeza también trajo el ruido de mi frente golpeando contra aquellas paredes, como quien choca con la realidad, maldiciéndome una y otra vez por dejar que se fuera, por no hacerla feliz.
Creo que mi subconsciente me quería castigar una vez más, recordarme que su sonrisa jamás volvería a esa habitación fría, extraña y oscura en la que se convirtió desde que ella giró el pomo de esa puerta.
Como echo de menos sus andares, su forma de moverse y la forma en la que hacía bailar a mis ojos tristes.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Heridas que no sanan.

En un invierno de 365 días y uno más cada cuatro años. Así voy, sabiendo lo que soy y buscando quién quiero ser. Aunque a este paso cualquiera lo sabe.

Mi madre me mira como quien mira a un desconocido, ese no soy yo, no soy yo ni de lejos.
Antes sonreía puedo jurarlo, antes era normal y no llevaba estos ojos, las vecinas decían "hola" y no miraban con resignación, preguntando a mi madre si ese que da tumbos es su hijo.

Si, ese soy yo, en en eso me he convertido.

Sé en que día vivo porque cuento amaneceres, nunca he tachado el "ser feliz" en mi lista de cosas por hacer y ahí seguirá hasta el día que me vaya.
Intenté ser normal pero nunca supe, este mundo se queda pequeño para mentes como la mía.
Hazme un favor, no intentes arreglar mi vida, llevo dieciocho años intentándolo y aquí sigue, en ruinas.
Recuerdos en mi conciencia que me pesan como losas, cicatrices que no cierran y recuerdos que no se borran.

Doblando esquinas cabizbajo esperando encontrar a la suerte en alguna, noches comiendo techo, las prefería en ayunas o mejor entre sus piernas.
Noches de sangrar tinta, noches en vela.
Noches sin mi, noches por ella.

Buscándome.

Ando buscando razones hasta debajo de las piedras, doblando cada esquina esperando el golpe de suerte que no me llega.
Suerte, ¿a qué juegas?
Esa es la pregunta que me hago al final de cada día mientras miro por la ventana otro día gris, otro día más.
Salir de día y volver de día es costumbre, buscando algo que no conozco en un lugar que nunca vi.

Hice una lista con razones por las que vivir hace años, sigue en blanco. Horas y más horas perdidas en aquel banco donde nos sentábamos, pero esta vez sólo.
Tiros y tiros al pecho que se sienten en el cráneo, sin razón, ando llenando folios a la luz del flexo intentando quedarme vacío y que nada quede dentro.

El "bien" cada vez que me preguntan como estoy suena cada día más falso, los errores cada día ganan más peso, decisiones mal tomadas en el peor de los momentos me llevaron a lo que hoy soy y a echar de menos su aliento.

Buscando en cada rincón para ver si me la encuentro. No sé si hablo de ella o de la suerte ya.
Solo sé que me arrepiento de dejar que un día se fuera.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Se hace de noche.

19 días matándome, 500 noches en vela, hasta Sabina olvida más rápido que yo, pobre infeliz.
Eso de la auto-compasión, en fin...
También me mato por dentro y nadie dice nada. De vez en cuando toca.

Mudo, como la h, tocado y hundido chica. Jodido, sin más.
Cuando hasta el desahogo que entra por mis oídos es triste dime ¿A dónde miro? Cuando fue verano escuchaba llover, no sé si era fuera o solo mi conciencia llorando por pensar demasiado otra vez.
Creo que voy a preguntar a Galeano, padecemos lo mismo al parecer.
Ya lo dijo él:

"No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta"

Yo tengo una mujer atravesada en el alma, estamos en las mismas.

Noches vacías.

Es imposible prometer no llorar por algo que duele.
Coger testigos al azar y hacerles partícipes de nuestras incoherencias no cumplidas.
De nuestros contratos pactados con el aire que nunca se firmarán con pluma.
Comprar tiempo para regalarte, y devolverlo a largo plazo.
Minuto por aquí, minuto por allá.. y construir así una vida llena de sin tis.. Sin lunas amargas y sin noches vacías.

Porque mi tiempo es mío, y mi futuro es tuyo.
Y el querer más de la cuenta me vuelve predecible, no lo olvides.

martes, 24 de diciembre de 2013

Lo que nos separa.

Digamos que, el punto exacto entre tus ojos y mi voz, es un reloj.
Puestos a decir, imaginemos que no haga falta tocarnos para sentirnos y, que el tacto de tu piel estuviese atrapado en mi mirada, como si supiese que decir a través de mí.
Cómo si hablases desde mi, por y para alguna luna muda conquistada por Dios sabe quién.

¿Un reloj entre los dos?, qué cosa tan tonta.. ¿verdad?
A lo mejor es eso, exactamente, lo que nos une y separa; Tiempo. ¿Por qué no? Cada segundo es un aliado más, o uno menos.
A lo mejor somos nosotros, que no tenemos ni puta idea de qué decirnos, o de como actuar dentro del reloj.
A lo mejor tú marcas las 12 y yo las 6.
A lo mejor nos llevamos seis horas de desventaja, a lo mejor es eso por lo que no nos encontramos.
Joder, podría ser, ¿no?.. es una explicación válida dentro de tanta inquietud albergada.

¿Y por qué no encontrarnos, accidentalmente, en una cuidad remota, siendo sin ser nosotros; sino otros?.
A lo mejor nuestra oportunidad está en otro cielo, y siendo algo que no somos esta vez.

Podríamos sentarnos a tomar café en cualquier bar y, acto seguido, hablar de la felicidad que estamos construyendo por separado.
Pero, supongo que idealizo demasiado.. Mucha imposibilidad en mis palabras, y aún más en que, ese acto momentáneo, se produzca entre aquellos que se quisieron más de cien lunas rotas seguidas.
Sería tan estúpido como intentar robar el mar azul para no olvidar nunca tu mirada.. porque por alguna extraña razón, tendría que ser azul.. sino no serías tú. ¿Comprendes?