jueves, 26 de diciembre de 2013

Heridas que no sanan.

En un invierno de 365 días y uno más cada cuatro años. Así voy, sabiendo lo que soy y buscando quién quiero ser. Aunque a este paso cualquiera lo sabe.

Mi madre me mira como quien mira a un desconocido, ese no soy yo, no soy yo ni de lejos.
Antes sonreía puedo jurarlo, antes era normal y no llevaba estos ojos, las vecinas decían "hola" y no miraban con resignación, preguntando a mi madre si ese que da tumbos es su hijo.

Si, ese soy yo, en en eso me he convertido.

Sé en que día vivo porque cuento amaneceres, nunca he tachado el "ser feliz" en mi lista de cosas por hacer y ahí seguirá hasta el día que me vaya.
Intenté ser normal pero nunca supe, este mundo se queda pequeño para mentes como la mía.
Hazme un favor, no intentes arreglar mi vida, llevo dieciocho años intentándolo y aquí sigue, en ruinas.
Recuerdos en mi conciencia que me pesan como losas, cicatrices que no cierran y recuerdos que no se borran.

Doblando esquinas cabizbajo esperando encontrar a la suerte en alguna, noches comiendo techo, las prefería en ayunas o mejor entre sus piernas.
Noches de sangrar tinta, noches en vela.
Noches sin mi, noches por ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario