domingo, 19 de enero de 2014

El día que me olvides habré muerto.

Y nunca nos llegamos a despedir realmente.
Supongo que en el fondo sabíamos que estábamos condenados a buscarnos siempre, a doblar las esquinas con miedo, a mirar el teléfono sin que sonara, a tocar el lado frío de la cama.

Con tacones en mi cabeza eh, que costumbre tan fea la tuya.
Yo entrando sin llamar en tus sueños, hay que joderse.
Nosotros, que queríamos una vida, unos planes. Antes de morir digo.

Que ahora paso frío y nadie me mira.
Tú no ves y nadie te abraza.
Temblamos por separado con los ojos rojos.

Temblamos por motivos diferentes a estas alturas.
¿Y tú por qué no llamas?
Yo espero a estar lo bastante borracho como para recordar tu número y que no duela.


¿Cuando ya no esté vendrás a verme?
¿Volverás a dejar caer lágrimas por mi?
¿Me dirás adiós entonces? Dime.

No hay comentarios:

Publicar un comentario